Llamamos Extremadura oriental a la franja del este tomada por el Reino de Castilla durante la Conquista cristiana, y que sigue hoy en parte bajo administración castellana. Aunque esta zona perteneció políticamente a aquel reino durante siglos, parece que siempre compartió usos y costumbres con la zona del oeste perteneciente al Reino de León. Esta unidad cultural y de intereses motivó la unificación de la Extremadura leonesa con algunos de los mencionados territorios orientales en 1390, sentando así las bases de la territorialidad moderna de la comunidad.

Durante la Conquista de la Extremadura castellana y hasta el siglo XII, algunas de estas tierras pertenecieron a las Comunidades de Villa y Tierra. Aunque esta franja pertenecía legalmente a Castilla, las investigaciones de antropólogos y folcloristas como Luis de Hoyos Sáinz revelan que las tradiciones de estas comarcas son mayormente de tipo occidental o asturleonés, semejantes en Campo Arañuelo, Plasencia, Béjar o el sur de Ávila, debido a una temprana colonización de leoneses orientales y castellanos occidentales que llegaban a través de las cañadas reales. Esta situación persiste aún en la zona noroccidental de la Comunidad castellanomanchega que, a diferencia de las tierras de Trujillo o Plasencia, nunca se integró en la Provincia de Extremadura.

A veces pensamos en Estremaúra como una institución que abarca un cierto territorio con fines meramente administrativos, una casilla más en el mapa regional de un Estado… pero es mucho más: Extremadura es el ámbito cultural del sur del antiguo Reino de León, y su territorio natural corresponde con la dehesa oriental del suroeste ibérico y las sierras que la flanquean; abarcando así una extensión mucho más amplia de lo que muestra el mapa autonómico moderno.
Pero, ¿cómo es posible que muchas zonas de conquista castellana sean más afines a Extremadura que a la propia Castilla? ¿Cómo es que en el Valle del Jerte, Plasencia, Trujillo, Los Montes, Talavera o el Valle de Alcudia se cantan nuestras canciones, se bailan nuestros bailes y hablan nuestra lengua? La respuesta es tan sencilla como desafortunada: la historiografía española lleva siglos falseando el papel de la herencia asturleonesa en la construcción de la realidad española.
El Estado medieval castellano sentó las bases de la España radial moderna a base de arrebatar territorios a los reinos de alrededor, y la primera víctima fue León. Esa es la razón de que la lengua general sea hoy el castellano, y el motivo de que al castellano se le llame aún hoy español. Pero esto no fue siempre así: las provincias occidentales de lo que hoy se entiende por Castilla la Vieja eran, de hecho, leonesas.

¿Qué tiene que ver esto con la Extremadura oriental? Pues no poca cosa, ya que el origen de gran parte de las repoblaciones, durante y después de la Conquista, tuvo su origen en las actuales provincias de Palencia, Valladolid y Ávila. Este corredor ha formado parte del espacio asturleonés durante siglos, y su castellanización es más reciente de lo que se piensa. Por ejemplo, la comarca de Tierra de Campos aparece citada como leonesa en el tratado de Tordehumos (1194), a pesar de que la mayor parte pertenece hoy a Palencia y Valladolid. No es de extrañar, ya que incluso la Castilla primigenia y su lengua comenzaron siendo un vestigio oriental de lo leonés.


Ante la desatención estatal que desangra aún hoy el occidente, y a pesar de todos los agravios y la negación oficial del pueblo de la Vía de la Plata, reivindicamos la nacionalidad asturleonesa como una de las comunidades históricas más importantes de la Iberia romance; heredera de la Céltica Hispana, de la Asturia y la Lusitania romanas y fundadora del parlamentarismo europeo con las primeras Cortes de León de 1188.
Sí, Estremaúra sí que tien estoria.
Ver también Estoria las estetucionis estremeñas