Cantabria es la tierra de los antiguos cántabros, una región natural que abarca parte de la costa norte de Iberia y su entorno montañoso, entre Asturias y el País Vasco. Fue llamada La Montaña durante mucho tiempo, sus habitantes montañeses y su idioma montañés.
Hoy, tras el desarrollo del cantabrismo a lo largo del siglo XX, los montañeses han recuperado el antiguo nombre de su tierra en lo que parece ser un afán general de reivindicarse cultural y territorialmente.

Si bien los valles y pueblos cántabros fueron incorporados muy tempranamente al condado de Castilla en la Edad Media, estas tierras siempre han guardado más semejanzas culturales con Asturia y otros lugares de la cornisa que con la Meseta. Hoy por hoy, cuando la llamada hispanidad se ve desplazada por otros paradigmas civilizatorios, La Montaña vuelve a encontrarse con su paisanaje y sus costumbres tradicionales, y en ese camino se encuentra con Estremaúra.
Porque, a pesar del olvido de nuestra cultura favorecido por unos currículos educativos más pensados para adoctrinar que para cultivar la mente de los estudiantes, la dehesa y La Montaña tienen mucho que ver, empezando por su idioma tradicional. No puede explicarse el extremeño sin el desarrollo de un romance cantábrico en la zona que resistió el avance del Califato andalusí, que dio lugar al castellano y que avanzó hasta tierras extremeñas con la Conquista leonesa y castellana de los reinos musulmanes.

La nacencia dela luenga
Al bucear en el pasado del estremeñu, uno puede encontrarse con los libros de Gabriel y Galán, Chamizo u otros poetas y escritores locales. Si vamos aún más atrás en el tiempo, encontramos la obra de Diego Sánchez de Badajoz en el siglo XVI, pero… ¿y antes? Sin duda hay algunos documentos medievales con elementos extremeños, pero no podremos encontrar en Estremaúra el origen del idioma, pues por fuerza nació en el territorio oriental del Reino de Asturias en los primeros siglos del pasado milenio.
Los documentos más antiguos que se conservan en un habla protoextremeña son los cartularios de Santo Toribio de Liébana, Santa María de Piasca, Santa Juliana de Santillana o Santa María del Puerto, todos ellos situados en la moderna Cantabria. La Montaña nunca fue del todo dominada por los musulmanes, y allí se desarrolló un dialecto oriental del idioma del Reino de los Ástures.
La conquista hacia el sur de los reinos de León y Castilla trajo a Extremadura esta variante lingüística. Aquel asturleonés oriental fue el antepasado común del estremeñu y del castellano, antes de un milenio de desarrollo divergente. Veamos algunos fragmentos:
«que cabe un quarteru de semient, et dos modios […]. En Combuey otra tierra que cabe un sextu de semient con un nozal. En Campu l ortal con rateron de nuzes et de maçanas […]. en la vega de Campu un pradu, la quarta del, y aluego otra faza […]. Al foial del pozu […]. Al peral rumeru una tierra que cabe un quarteru […]. Al pozu una tierra en que cabe un sexteru […]. Al Posadoriu […] un quarteru»
Cartulario de Santo Toribio de Liébana, fol. 58 v.º, núm. 203
«damos et otorgamos a vos don Peidru, el çapateru de Puxayo […] heredannos a derredor del un cabu Mari Pelaz mi tia, del otru cabu Iohan de Sobrado, de iuso mio sobrinu Gregorio, del otro cabu Roy Pelaz de Dobres, del otru cabu Alvaro de Campu, que la ayadez por siempre […]. Ferrant Gonzalez merinu mayor del rey»
Cartulario de Santo Toribio de Liébana, fol. 59, núm 205
«Si algun omne esti pletu quisier crebantar, sea maldictu ye descomungadu ye con Iudas traidor en infiernu damnadu; ye peche en cotu LX morabetinos»
Cartulario de Santa María de Piasca, fol. 49r-49v, núm 1877
Aunque muchos elementos han cambiado a lo largo del tiempo, observamos numerosas coincidencias con el extremeño moderno: la pronunciación cerrada de las vocales finales -sobre todo en singular- (quarteru, çapateru, cotu, esti…), cierre de la -o- en contacto con fonema labial (rumeru, como hoy mulinu o pulicía), léxico semejante (semient por semienti, aluego por aluegu…), estructuras comunes (Campu l Ortal por Campu l’Ortal), uso posesivo del pronombre genitivo (a derredor del, la quarta del), metátesis (crebantar por quebrantar), cambios de apertura vocálica de los nombres propios por influencia del vocativo (Peidru, pero Alvaro de Campu…), etc.
Cántabrus i estremeñus semus puebrus ermanus.
La palra de dambus mos degolverá la memoria.

Muy interesante el artículo. Soy cántabra residente en Badajoz desde hace 41 años. Me congratula el pensar en estas similitudes históricas.
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