Es corriente creer que las primeras manifestaciones escritas de nuestro idioma datan del siglo XX de la mano de los escritores Luis Chamizo y José María Gabriel y Galán, los más renombrados entre los que han plasmado en sus obras el habla de nuestros antepasados. Este era también el parecer de los investigadores del Órgano de Seguimiento y Coordinación del Extremeño y su Cultura, hasta que nos topamos con la obra de Diego Sánchez de Badajoz.
Este poeta y dramaturgo talaverano vivió en los siglos XV y XVI, y fue párroco de Talavera la Real entre 1533 y 1549. Algunos de sus escritos presentan diálogos que alternan el uso de un registro culto castellano con el de otro popular «plagado de portuguesismos y sayaguismos», en palabras de Eduardo Barajas. En su tesis, el estudioso habla del vocabulario empleado en la obra de Diego Sánchez como una colección de «ciertos vocablos castellanos -o portugueses- y reconocidos como tales en los diccionarios etimológicos», «extremeñismos o palabras consideradas como propias en la región extremeña» y «palabras insuficientemente conocidas o estudiadas». Esa explicación no nos parece del todo correcta, ya que desdibuja la extremeñidad de los escritos del clérigo y los presenta como una suma inconexa de bolsas léxicas.
El estremeñu se compone de muchas voces romances que no son exclusivas de ninguna lengua latina, sino que están presentes en la mayoría de ellas con diferentes soluciones (extr., port. y cat. conversa, cast. conversación, fr. conversation); de palabras que solo se usan en el occidente peninsular y que compartimos con el portugués, el gallego, el asturleonés del norte (ext. coruja, port. coruja, ast. curuxa; cast. lechuza) y de palabras solamente propias. Muchos rasgos fonéticos, léxicos y morfosintácticos que recoge el talaverano en su obra son los reconocibles en el extremeño de hoy. Espiençar, vertud, diabro, quajareja, igreja, mijor, adevino, acinoria, confissión, enfenito, escretura, prenosticar, añidir, asconder, espirencia, preva, perhundo, presona, conpaña, encobrir, resolana… son voces de innegable pertenencia castúa que Diego Sánchez empleó en su obra para representar el habla común de Estremaúra.
Muestras textuales
Llama la atención la expresión ni presonita (nadie) por el uso exagerativo del apreciativo -ito, -a. La palabra encobrir (encubrir) aparece con o, como corresponde a la apertura vocálica de la -u- pretónica que aún hoy aparece en el habla viva (encubrir > encobrir, cultura > coltura, custodiar > (a)costodiar…). Por la escritura de la época, podemos deducir que el lambdacismo o la pérdida de la -r final (temol ~ temó, colol ~ coló) aún no se habían desarrollado.
Se aprecia metafonía (cierre vocálico en una sílaba por la influencia de otra) en confissión (cast. confesión, port. confissão, ast. confesión ~ confisión). Este fenómeno es muy frecuente en las hablas asturleonesas. Marrar y sonco (fallar y taimado) son palabras extremeñas. La voz medieval crego (clérigo) era corriente en Castilla, León y Portugal.
Aspiración de la efe inicial: fuerte>huerte. Pérdida de la vocal a del artículo femenino ante vocal: del_igreja (cast. de la iglesia, ext. del’igresia). La pronunciación de la palabra igresia cercana al portugués aún puede oírse en las hablas que conservan bien el rotacismo (-gl->-gr-) y la sonoridad de la ese intervocálica. Diego Sánchez no señala el vocalismo cerrado a final de palabra (-u, -i) a pesar de que, con toda seguridad, esta existía en la lengua hablada.
Pincha aquí para consultar la obra de Diego Sánchez de Badajoz.
[…] poetas y escritores locales de menos renombre. Si vamos aún más atrás en el tiempo, encontramos la obra de Diego Sánchez de Badajoz en el siglo XVI, pero… ¿y antes? Sin duda hay algunos documentos medievales con elementos extremeños, pero […]
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